“ce qu'il y a de
certain c'est que moi, je ne suis pas Marxiste”
«lo que sí es cierto,
es que yo no soy marxista».
Karl H.
Marx
El anterior es un famoso comentario de Marx,
citado por Engels en la carta a Konrad Schmith (1890) como: «tout ce que je sais, c'est que je ne suis pas marxiste»
(Lo único que sé es que no soy marxista). La expresión original de
Marx, data de fines de los años 70´s del siglo XIX, refiriéndose a los
"marxistas franceses", particularmente acusando a su yerno Paul Lafargue
y a Jules Guesde , de
simple
"fraseología revolucionaria" y negando el valor real
de esas luchas reformistas. De manera análoga, a cómo había hecho en:
"
Crítica del Programa
de Gotha " y "Glosas marginales al Partido obrero alemán" (1875), enfrentando a los
socialdemócratas alemanes (SPD), por los reformismos de perfil burgués al sistema
capitalista, y que oportunistamente se conforman con lograr algunas concesiones
obreras, cambios pequeños y graduales en el sistema político, sin tocar el
núcleo de un modo de producción, sustentado en la explotación obrera y relegando
a los trabajadores a un plano pasivo y secundario; Marx ironiza sobre
las luchas en Francia, de quienes se autodenominaban como "marxistas",
amparándose en tratar de conseguir simples concesiones reformistas de
carácter reaccionario, y que Marx mismo las consideraba como: "socialismo vulgar", es decir, aquel en el que el cambio del modo de
producción, de la infraestructura económica, es obviada, en el cual se soslaya la explotación obrera, y se postula como centro la distribución de la riqueza, pero manteniendo su esquema de transferencia de capital del sector obrero al sector
capital, aceptando algunas concesiones hacia la clase trabajadora, como
salarios mínimos y servicios básicos, y algunos paliativos fiscales.
Marx, criticó duramente, este "socialismo vulgar", por no centrar su lucha desde la clase obrera y por perder su objetivo medular: transformar el modo de producción de manera radical, por vía revolucionaria y con la centralidad del proletariado como clase emergente, y rumbo a un modo de producción socialista y finalmente
comunista, en el cual la propiedad privada desaparece y los medios de producción pertenecen comunitaria y distribuidamente a
los trabajadores, y por ende, incluso las
labores de un poder central o dictadura transitoria del proletariado, se minimizan gradualmente, hasta convertirse en innecesario. Por ello mismo,
Marx hubiese sido mucho más crítico, contra lo que eventualmente llegó a
ser el llamado: "marxismo académico" o "marxismo cultural",
promulgado desde la comodidad de los claustros universitarios y alejados de las
luchas proletarias y revolucionarias concretas.
Marx fue consecuente toda su vida, con sus
consignas e ideario, aunado a su beligerancia social e intelectual por medio de
publicaciones incendiarias y arrolladoras, por lo que se convirtió en enemigo
público número uno de las oligocracias dominantes, pero especialmente a partir
de las
primaveras de los pueblos de 1848 , las cuales
convirtieron en proféticas las palabras de Marx y Engels, en
el Manifiesto Comunista(1848): "Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo". Contra este espectro se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes". El día de la publicación en Londres de El Manifiesto Comunista, Europa
resplandecía con la revolución y hacía augurar una era de la clase obrera en
toda Europa. Marx y Engels participan activamente en tales primaveras, y se radican en Colonia, publicando sus proclamas y manifiestos en Neue Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta Renana) y hasta inicios de 1849, cuando la revolución ha sido derrotada y los dos jóvenes revolucionarios tienen que exiliarse en Inglaterra, luego de ser espiados, perseguidos y expulsados del Imperio
prusiano-alemán, de Francia y Países Bajos.
Fue entonces, que Marx a partir de 1849, vivió en
la más abyecta miseria en el barrio del Soho, de Londres, Inglaterra,
con algunos apoyos de Engels para supervivencia, perdió sus
hijos: Henry, Franziska y Edgar (Mouche) y a su esposa tempranamente por
falta de servicios básicos y alimentación adecuada. Dedicó esfuerzos sobrehumanos, unas 16 horas diarias, a escribir obras como: “Address of the Central Comité to the Communist League”(1850), “Klassenkämpfe in Frankreich 1848-1850” y “Der Achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte”(1850), y sus monumentales obras: "Grundrisse" (1857-61) y "Das Kapital" (1867). Se dedicaba a
ello durante todo el día, desde que abrían hasta que cerraban el British Museum, en su mítico escritorio “07” y en las noches y madrugadas en
su desordenada mesa de su pobre apartamento familiar, arrendado en una
segunda planta, el 28 de la Calle Dean, del Soho; hasta finalmente
fallecer por una mezcla de inanición y agotamiento. Pero sus
proclamas harían temblar al mundo, y aun hoy, su nombre y sus ideas son temidas
por los grandes poderes económicos y financieros hegemónicos, incluso por sectores privilegiados
de clases medias altas, que son producto lejano, de sus ideas
originales.
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