¿Las miembros de Pussy Riot acusadas de blasfemia y odio a la religión? La respuesta es sencilla: la auténtica blasfemia es la acusación estatal misma, planteando como crimen de odio religioso algo que era claramente un acto político de protesta contra la élite gobernante. Recordemos la vieja chanza de Brecht de su Ópera del mendigo[1]: “¿Qué es el robo de un banco comparado con la fundación de un nuevo banco?” En 2008, Wall Street nos dio la nueva versión: ¿qué es el robo de un par de miles de dólares, por lo que uno va a la cárcel, comparado con las especulaciones financieras que privan a decenas de millones de sus hogares y sus ahorros, y luego son recompensadas con ayuda estatal de grandeza sublime? Ahora, tenemos otra versión de Rusia, desde el poder del Estado: ¿Qué es una modesta provocación obscena de Pussy Riot en una iglesia comparada con la acusación contra Pussy Riot, esta gigantesca provocación obscena del aparato estatal que ridiculiza cualquier noción decente de ley y orden?
¿Fue cínico el acto de Pussy Riot? Hay dos tipos de cinismo: el cinismo amargo de los oprimidos que desenmascara la hipocresía de aquellos en el poder, y el cinismo de los propios opresores que violan abiertamente sus propios principios proclamados. El cinismo de Pussy Riot es del primer tipo, mientras que el cinismo de quienes detentan el poder — ¿por qué no llamar a su brutalidad autoritaria una Prick Riot? [*] — es del segundo tipo, mucho más ominoso.
Ya en 1905, León Trotsky caracterizó la Rusia zarista como “una feroz combinación del látigo asiático y el mercado de valores europeo.” ¿No esta designación aún más válida para la Rusia de hoy? ¿No anuncia el surgimiento de la nueva fase del capitalismo, el capitalismo con valores asiáticos (que, por supuesto, no tiene nada que ver con Asia y todo que ver con las tendencias antidemocráticas en el capitalismo global de hoy)? Si entendemos el cinismo como el pragmatismo despiadado del poder que secretamente se ríe de sus propios principios, entonces Pussy Riot son el anti-cinismo encarnado. Su mensaje es: LAS IDEAS IMPORTAN. Son artistas conceptuales en el sentido más noble del término: artistas que encarnan una Idea. Por eso usan pasamontañas: máscaras de des-individualización, de anonimato liberador. El mensaje de sus pasamontañas es que no importa cuál de ellas fue arrestada —no son personas, son una Idea—. Y es por eso que son una amenaza: es fácil encarcelar a las personas, ¡pero tratar de encarcelar a una Idea!
El pánico de aquellos en el poder —exhibido por su reacción brutal ridículamente excesiva— por lo tanto está plenamente justificado. Cuanto más brutal sea su actuar, más importante será el símbolo Pussy Riot. Ya mismo, el resultado de las medidas represivas es que Pussy Riot son conocidas, literalmente, en todo el mundo.
Es el deber sagrado de todos nosotros/as evitar que las personas valientes que componen Pussy Riot no paguen en su carne el precio por convertirse en un símbolo global.
[1]Bertolt Brecht: La ópera de los tres centavos (Die Dreigroschenoper). Fue adaptada de la ópera de baladas del siglo XVIII inglés La ópera del mendigo de John Gay, y es una crítica marxista del mundo capitalista. Se estrenó el 31 de agosto de 1928 en Berlín en el Theater am Schiffbauerdamm con Lotte Lenya.
[*] Nota del Traductor: Žižek invierte sexualmente el nombre del grupo de Pussy Riot (“revuelta del coño, del panocho, de la vagina”) a Prick Riot (“revuelta de la polla/pinga/pene”).
Fuente original:
THE TRUE BLASPHEMY: SLAVOJ ŽIŽEK ON PUSSY RIOT. On: Dangerous Minds [on line] Available on: http://dangerousminds.net/comments/the_true_blasphemy_slavoj_zhizhek_on_pussy_riot
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Rusia: dos años de cárcel para las chicas de Pussy Riot
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