16/8/14

Dalai Lama, máscara religiosa de un agente internacional de la CIA


La verdad sobre el budismo tibetano (Brendan O’Neill)

Hay más en esta antigua religión de lo que las celebridades de Hollywood tratan de hacernos creer

Muchos occidentales antes que yo han visitado el Tíbet, vinieron a un monasterio en la ladera de una montaña y decidieron quedarse allí para siempre persuadidos por la existencia brutalmente frugal estirada por los budistas tibetanos.

Yo tengo exactamente la reacción opuesta. Yo no podría esperar a salir de los templos y monasterios que visité durante mi reciente estancia en Shangri-La, con sus estatuas de demonios chillones bailando, los Budas sebosos de oro rodeados de fajos de billetes, las paredes y techos pintados en colores súper lujosos, y un olor de incienso que es como estar en el dormitorio de un estudiante hippie.

Sé que no debería decir esto, pero el budismo tibetano realmente me asusta.

Lo más asombroso es lo diferente que es realmente el budismo tibetano de la versión parcial importada por el ejército de celebrities del Dalai Lama.

Escuchando lo que afirma Richard Gere, la primera encarnación del Dalai Hollywood, podrías ser perdonado por pensar que el budismo tibetano consiste en sentarse en posición de loto durante 20 horas al día y tener pensamientos estilo Bambi. El budismo tibetano tiene una “resonancia y un sentido del misterio“, dice Gere , a través del cual puedes encontrar tu “ser” (sea lo que sea esto).

Mirando hace años al personaje de Jennifer Aniston en Friends, Rachel, leyendo una colección de enseñanzas del Dalai Lama en Central Perk, también se podría pensar que el budismo tibetano es algo que se puede ingerir mientras se toma un baso de leche descremada, desnatada y con avellanas.

O pensemos en la respuesta dada a Frank J. Korom por uno de los estudiantes de la Universidad de Boston cuando le preguntó por qué llevaba un collar budista tibetano. “Eso me mantiene sano y feliz” dijo, lo que reduce al budismo tibetano como a uno de tantos queridísimos Dalai Lamabalorios, el equivalente religioso a tomarse una píldora de vitaminas.

La realidad no podría ser más distinta. Los primeros devotos budistas  que me encontré no parecían ni sanos ni felices. Caminaban desde sus aldeas en el sur del Tíbet hacia el Templo de Jokhang en Lhasa, el sitio más sagrado del budismo tibetano, y el viaje les había costado casi tres meses. Lo cual no es sorprendente teniendo en cuenta que con cada tercer o cuarto paso que tomaban doblaban sus rodillas y luego se postraban totalmente en el suelo, acostados boca abajo y enterrando la cara en la tierra, antes de volver a levantarse para dar unos pasos más y realizar de nuevo la dolorosa postración.

Se veía repetitivamente agotador. Se movían a paso de tortuga. Sus frentes se teñían de gris con el contacto frecuente e implacablemente doloroso con la tierra. Llevaban tablones de madera en sus manos, lo que hacía un ruido mortal cada vez que se lanzaban de nuevo hacia abajo. Me gustaría ver a Jennifer Aniston intentando esto. Budismo tibetano sans cafeinado con leche.

Pronto te das cuenta de que ningún budista tibetano se sienta con las piernas cruzadas sobre cojines durante todo el día mientras miran hacia el espacio y dirigen su pensamiento sobre el universo. No, adorar a Buda es un entrenamiento físico completo. En el Templo Lamaling, en una ladera en Nyingchi County, en el sureste del Tíbet, vi a una mujer con sus 50 años haciendo la postración, como una versión arcaica de una sesión de ejercicios de Jane Fonda.

El templo en sí está repleto de estatuas raras. Demonios rojos con caras contorsionadas. Budas de aspecto satisfecho mirando sonrientes y condescendientemente a los fieles, pobres y agotados. Hay una estatua del “Buda viviente” (ya fallecido), quien administró este templo en la década de 1950 y 60 y que lleva gafas de sol. Tan aterradora que parece un cruce entre el Buda y Bono.

El Templo Lamaling, al igual que otros que he visitado, está pintado con los colores más obscenos. Ni un centímetro de pared o viga del techo de estos sitios de culto se ha dejado sin tocar por los decoradores posiblemente daltónicos del budismo tibetano. Donde quiera que mires hay un amarre de pintura azul, rojo o verde, o rojo brillante. Un telón de fondo extrañamente apropiado para las imágenes frecuentemente violentas de esta religión: las estatuas de demonios espadachines, las pinturas de fuego, las imágenes de Budas andróginos, algunos con pechos, otros con bolas. “Paz” y “calma” son las últimas palabras que te vienen a la mente cuando estás dentro de uno de estos lugares sentimentalmente agresivos.

El Templo Lamaling también conlleva el hecho de que el budismo tibetano, al igual que cualquier otra religión en la Tierra, se compone de varias, a veces un cuerno, de sectas. Con la excitación organicé una entrevista con uno de los monjes y le pregunté si estaba deseando que llegara el día en que el Dalai Lama regrese de su exilio en el norte de la India. Con paciencia me dijo – que soy otro occidental atontado- que no adora al Dalai Lama porque él es un miembro del budismo tibetano de la escuela Nyingma, mientras que el Dalai Lama es el jefe de la escuela Gelug. Luego está la escuela Kagyu y la escuela Sakya- cuatro difiriendo en total- que tienen exaltados desacuerdos e incluso han llegado a las manos en los últimos años con respecto a cuales de las deidades deben ser adoradas y cuáles no. ¿La religión de la paz? Sí, claro.

El budismo tibetano tiene también un integral contratiempo acerca de los gays y las chicas. Afirma que el sexo homosexual es “antinatural“. El Dalai Lama declaró en una conferencia en Seattle en 1993, durante una parada de su silbato, al más puro estilo de las giras mundiales de U2, que “la naturaleza dispone de órganos masculinos y femeninos, de una manera tan adecuada … que los órganos del mismo sexo no pueden funcionar bien (entre si). (Alguien tendría que explicarle a Su Santidad como funciona la gente gay)

Y, como Bernard Faure de la Universidad de Columbia dice: “Al igual que la mayoría de los discursos clericales, el budismo es implacablemente misógino …”. Así, mientras que las mujeres pueden convertirse en monjas tibetanas, estas no pueden avanzar tan lejos como los hombres porque de acuerdo con las enseñanzas budistas es imposible para las mujeres convertirse en “el legítimo uno perfectamente Iluminado", en “el monarca universal“, en “el Rey de los Dioses“, en “el Rey de la Muerte” o en el “Brahma“- la quinta y más sagrada postura del budismo.

Por supuesto, esto sólo significa que el budismo tibetano es idéntico a muchas otras religiones. Sin embargo, es sorprendente la cantidad de elementos atrasados del budismo tibetano que son perdonados o pasados por alto por sus seguidores hippies, celebrities y de clase media que hay aquí. Por lo que, si eres un católico en Hollywood probablemente se asuma de inmediato que eres un gruñón imbécil con una visión demencial, pero si eres un budista “Tibetano” probablemente se te considere como a una persona super-cool, o una criatura inteligente de buenos modales y buen gusto. (Admitámoslo, a Mel Gibson no le ayuda en este sentido)

Soy muy consciente del hecho de que no soy el primer occidental en ser lanzado por la peculiaridad religiosa del Tíbet. Un visitante pijo británico denunció en 1895  el budismo tibetano como un “culto profundamente arraigado al diablo y la brujería.” No hay tal cosa. Pero lo que llama la atención, y lo que me hizo estar tan sorprendido por la rareza, es la forma en que esta religión ha llegado a ser vista en los círculos occidentales del New Age como un mundo pacífico, puro, feliz- un dulce y sonriente culto de seres parecidos al Buda -. Una vez más, esto no es tal cosa. La visión moderna del budismo tibetano como algo maravilloso es al menos tan condescendientemente reduccionista como la antigua visión que se tenía del budismo tibetano como un culto al diablo.

Frank J. Korom lo describe como un “orientalismo New Age“, donde los occidentales en busca de un objetivo barato y fácil en sus vidas vacías “se apropian del Tíbet y las partes de su cultura religiosa para sus propios fines.” Ellos tratan a una religión  muy antigua y compleja como una especie de buffet de ideas donde estas se pueden recoger por pedazos y donde se pueden desechar las extrañas y más exigentes – como los demonios danzantes y la postración- pero recogiendo las brillantes, como los collares, las pulseras sagradas y las sandeces sobre la reencarnación.

Esto es todo a cerca de ello. Ellos simplemente han doblado y retorcido una religión para satisfacer sus propias necesidades. Como el lama tibetano Dagyab Kyabgon Rinpoche dice: “El concepto de ‘Tíbet’ se convierte en un símbolo de todas esas cualidades que los occidentales sienten que carecen: alegría de vivir, armonía, calidez y espiritualidad … el Tíbet se convierte así en una utopía y los tibetanos se convierten en sus nobles salvajes.” los perdedores occidentales han saqueado el budismo tibetano en busca del santo grial del auto-significado.

FUENTE: 
Artículo escrito por Brendan O’Neill, editor de Spiked en Londres, el 28 de julio 2010
There’s more to this ancient religion than Hollywood celebrities would have you believe
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La Teocracia Lamaísta: Un cruel feudalismo esclavista

El mito occidental del Dalai Lama: 
De figura política de la China maoísta a agente de la CIA
El Tibet es una meseta en el corazón de Asia, separada del sur de Asia por las mas altas montañas del mundo, el Himalaya. Seis cordilleras dividen la región en valles aislados. El Tibet había pertenecido a China desde hacia 700 años pero la falta de comunicaciones le había aislado de China y del mundo.

El budismo penetró en Tibet en el siglo VII de nuestra era. El principe Strong-tsan-gampo, artífice de la unidad del Tibet, empleó esta religión en su tarea unificadora. Durante mucho el tiempo el budismo fue la religión de la cúpula feudal mientras que el pueblo practicaba ritos chamanistas y de clan (religión bon o bon-po).

A partir del siglo IX el budismo se extendió en el pueblo bajo la forma mahayana. A comienzos del siglo X el partido antibudista apoyado en la vieja aristocracia feudal lanzó persecuciones contra los budistas. Pero los budistas consiguieron asesinar al rey Lang-darma y vencer. En el siglo XI el budismo venció definitivamente bajo la forma de una nueva corriente llamada tantrismo. Durante los siglos XI y XII se construyeron en Tibet numerosos monasterios budistas con multitud de monjes llamados lamas. En 1271 Kublai Khan, fundador de la dinastía mongol de los Yuan (1270-1370), nombró al jefe de la secta budista mas importante ministro de asuntos civiles y religiosos de Tibet.. La dinastía china de los Ming, que reinó de 1368 a 1644, protegió también a la religión budista pero aplicó una política de fragmentación del país que la debilitaba. Surgió una corriente budista reformadora que impuso una severa disciplina monacal y la obligación de llevar ropa y gorros amarillos. Todo el poder se concentró en manos de dos jerarcas supremos: el Panchem-rimpoche y el Dalai-rimpoche (futuro Dalai Lama). Ambos fueron declarados encarnaciones de las deidades budistas mas veneradas.

Nominalmente la máxima autoridad del Tibet eran los emperadores chinos que cobraban impuestos y nombraban funcionarios encargados de cobrarlos pero los jerarcas budistas ejercían mucha influencia local. En 1639-1640 el jan mongol Gushi asesinó al príncipe local y transfirió todo el poder secular al Dalai Lama. Al comienzo de la dinastía manchú China restableció su soberanía sobre el Tibet pero el poder real permaneció en manos del Dalai Lama y, sobre todo, en manos de los lamas supremos que le rodeaban. 

En el Tibet se estableció una forma peculiar de régimen feudal en que los grandes señores (monjes y seglares) dominaban una masa de campesinos privados de derechos y el poder político era acaparado por los jerarcas budistas. En lo mas alto de la jerarquía estaba el Panchem-Lama considerado padre espiritual del Dalai Lama que era quien tenia el poder temporal.  Sólo 626 personas poseían el 93 % de la tierra y la riqueza nacional y el 70 % de los yakes en Tibet. Entre ellos estaban los 333 cabezas de monasterios y autoridades religiosas y las 287 autoridades seculares (contando la nobleza y el ejército) y seis ministros del gabinete”. La clase alta la formaban cerca del 2 % de la población y el 3 % eran sus agentes: capataces, administradores de sus fincas y comandantes de sus ejércitos privados. El 80 % eran siervos, el 5 % esclavos y 10 % eran monjes pobres que trabajaban como peones para los abades y rezaban. A pesar de la supuesta regla lamaísta de no violencia estos monjes eran azotados continuamente.

El conocido en la actualidad como Dalai Lama se presenta ante el mundo como un hombre sagrado a quien no le interesan las cosas materiales. La realidad es que fue el principal dueño de siervos del Tibet. Según la ley era dueño de todo el país y de sus habitantes. En la practica su familia disponía de 27 fincas, 36 prados, 6.170 siervos y 102 esclavos domésticos.

En el Tibet lamaísta, la vida de los siervos tibetanos antes de 1949 era breve y durísima. Tanto los hombres como las mujeres trabajaban en las tareas mas sacrificadas y en el trabajo forzado llamado ulag durante 16 o 18 horas al día. Debían entregar a los dueños (quienes no trabajaban) el 70 % de la cosecha. No podían usar los mismos asientos, palabras ni utensilios que los dueños. Los castigaban con latigazos si tocaban alguna cosa del propietario. No podían casarse ni salir de una finca sin permiso del amo. Los siervos y las mujeres eran considerados animales parlantes que no tenían derecho a mirar a la cara a los amos. El experto en Tibet A. Tom Grunfeld relata que una hija de los dueños hacia que sus siervos la alzaban para subir y bajar las escaleras . A los esclavos los golpeaban, no les daban comida y los mataban de trabajo. En la capital Lhasa se compraban y vendían niños.

La palabra mujer, kimen, significaba nacido inferior. Las mujeres tenían que rezar “que yo abandone este cuerpo femenino y renazca como varón”. Los jerarcas religiosos les impedían levantar los ojos mas allá de la rodilla de un hombre. Era común quemar a las mujeres por ser “brujas”, a menudo porque practicaban los rituales de la religión bon. Dar a luz gemelos era prueba de que una mujer había copulado con un espíritu malo y en las zonas rurales era frecuente que quemasen a la madre y a los gemelos recién nacidos. Un hombre adinerado podía tener muchas esposas y un noble con poca tierra tenia que compartir una mujer con sus hermanos.

El pueblo sufría constantemente de frío y hambre. Antes de la liberación no había en Tibet ni electricidad ni carreteras ni hospitales ni casi escuelas. Muchos siervos enfermaban a causa de la desnutrición mientras algunos monasterios atesoraban riquezas y quemaban grandes cantidades de alimentos como ofrendas. La mayoría de los recién nacidos morían antes de cumplir un año. La mortalidad infantil era en 1950 del 43 %. La viruela afectaba a una tercera parte de la población y en 1925 exterminó a 7 mil habitantes de Lhasa. La lepra, la tuberculosis, el bocio, el tétanos, la ceguera, las enfermedades venéreas y las ulceras causaban gran mortalidad. La esperanza de vida en 1950 era de 35 años.

Las supersticiones extendidas por los monjes les hacían oponerse a los antibióticos. Les decían a los siervos que las enfermedades y la muerte se debían a los pecados y que la única manera de prevenir las enfermedades era rezar y pagar dinero a los monjes.

Los feudales mantenían al pueblo en la incultura mas completo para mejor someterlo y lavarle el cerebro. En 1951 el 95 % de la población era analfabeta. El lenguaje escrito solo servia para el culto religioso.

El sistema feudal impedía el desarrollo de las fuerzas productivas. No permitía el uso de arados de hierro, extraer carbón, pescar, cazar, ni hacer innovaciones sanitarias de ningún tipo. No había ni comunicaciones ni comercio ni ninguna industria por elemental que fuera. Mil años atrás cuando se introdujo el budismo se calcula que en Tibet vivían 10 millones de personas pero en 1950 solo quedaban dos o tres millones.

* Ver: “Por el pueblo de Tibet y contra el feudalismo lamaísta”


Teocracia Lamaísta y Esclavismo Tibetano

¿Un Papa Tibetano?
Conviene poner en claro, que no existe una autoridad máxima en el archipiélago del budismo mundial. El 6 % de la población mundial es budista, lo cual es poco. Además, el Dalai Lama no es el representante del budismo zen (Japón) ni del budismo del sureste asiático (Tailandia) ni del budismo chino. El budismo tibetano representa solamente la sexagésima parte (1/60) de ese 6 %. Por último, en el Tíbet hay cuatro órdenes monásticas separadas. El Dalai Lama pertenece a una de ellas, la «gelugpa» (sombreros amarillos). Es decir, estamos ante un papa con pocos fieles religiosos pero muchos adeptos políticos. 

¿Un agente de la CIA?

Patrick French era director de la «Free Tibet Champaign» (Campaña por la independencia del Tíbet) en el Reino Unido, fue el primero en poner en evidencia, la fabricación mediática de la figura del Dalai Lama, como agente de la paz y el budismo mundial, ante las putativas agresiones de los chinos en el Tibet. Fue precisamente la Central de Inteligencia Americana estadounidense, la encargada de elaborar y financiar este plan (Ver: “La CIA, patrocinadora del Dalai Lama Jean-Paul Desimpelaere).

Se reveló públicamente, la fuerte financiamiento por parte la CIA de EE.UU., del Dalai Lama, como su agente, dentro de la agenda geopolítica del Departamento de Estado de EE.UU. De 1959 a 1972: recibió 180.000 dólares anuales para sus gastos personales, en las hojas de pago de la CIA (documentos desclasificados por el gobierno estadounidense; el Dalai Lama lo negó hasta 1980), y  1,7 millones de dólares anuales para organizar su red de solidaridad internacional. 

Después se pagó la misma cantidad a través de la NED, una organización no gubernamental estadounidense cuyo presupuesto depende del Congreso. El Dalai Lama dice que sus hermanos administran «sus negocios». La CIA reclutó a sus dos hermanos, Thubten Norbu (un lama de rango superior) y Gyalo Thondrup en 1951, al primero para recaudar fondos y dirigir la propaganda y al segundo para organizar la resistencia armada en el Tibet. (Ver también: “The Dalai Lama Cables”


Dalai Lama: CIA monk exposed

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